
Como muchos de los pueblos y ciudades de Galicia, la vida de Vigo ha sido y sigue siendo dictada por el mar. Vigo ha tenido un asentamiento en su ubicación actual desde antes de la época romana, pero la importante ciudad que ocupa el sitio ahora es una adición mucho más reciente.
Desde los días de la ocupación romana hasta la época medieval, Vigo no era más que una colección de aldeas y parroquias y, con una posición frente al mar, siempre estaba sujeta al ataque de fuerzas hostiles. Esto, en parte perjudicó su expansión: como la mayoría de las ciudades costeras de Europa, Vigo tuvo que soportar la agresión de los vikingos, los normandos y los posteriores ataques de las flotas navales inglesas y holandesas.
Durante la Edad Media, los habitantes de la ciudad se congregaron en sus zonas altas, para evitar el peligro de los invasores; por esta misma razón, siguió sin poder expandirse adecuadamente, aunque el comercio pesquero y el cultivo de olivos empezaron a ser dos importantes campos en los que empezó a destacar. La Iglesia tenía asumido casi por completo el control de la ciudad, y junto a los señores feudales que cuidaban sus intereses propios, hicieron que Vigo siguiera atrasada en muchos aspectos.
Durante el Renacimiento, siguieron llegando los ataques de otros países que surcaban el mar en la época de los descubrimientos, como holándeses, ingleses e incluso los turcos. La ciudad seguía estando en un atraso comercial hasta la llegada de comerciantes catalanes en el siglo XVIII, que trajeron con ellos nuevas ideas y abrieron fábricas en nuevos sectores, como el de los salazones o la fabricación de jabones.
Fue en el siglo XIX cuando Vigo realmente comenzó a crecer y su población comenzó a expandirse. La ciudad ya no era un mero pueblo de pescadores, abrazó la industria y dio sus primeros pasos para convertirse en una potencia industrial. Sin embargo, con esta expansión y la prosperidad que la alimentó, llegó la demolición de las murallas de la ciudad vieja y muchas de las casas originales de los pescadores. Vigo se extendió más allá de sus fronteras anteriores y las industrias construidas alrededor de los productos «enlatados» y de la sal hicieron que muchos agricultores y pescadores se convirtieran en trabajadores industriales
El siglo XX vio el giro más grande y más favorable en la suerte de Vigo ya que su puerto siguió creciendo en importancia y su población se acercó a quince mil habitantes. A estas alturas, ya se había convertido en un centro de transporte y comerciaba con América y el resto de España. También fue durante este período en la historia de la ciudad que se diseñaron y construyeron muchos de los edificios grandes y reales de la ciudad.
A medida que se adentraba en el siglo XX, la prosperidad de Vigo aumentaba a un nivel superior al de cualquiera de las otras ciudades de Galicia.